La historia de Clara Barberi, la única Leona que no pudo entrar a la Villa Olímpica ni recibir la medalla de plata

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    HOCKEY SOBRE CESPED

    Fuente: OLÉ link: https://www.ole.com.ar/poli/clara-barberi-leonas-juegos-olimpicos_0_NuuFpcIR7.html

    La azuleña y arquera suplente del seleccionado de hockey argentino cuenta en Olé su insólita experiencia en Tokio, donde fue separada del plantel durante los Juegos. De la indignación y la frustración, al orgullo por haber sido parte.

     

    La azuleña Clara Barberi (29) viajó a Japón con la ilusión de vivenciar sus primeros Juegos Olímpicos con la camiseta de Las Leonas. Pero a días del inicio del gran torneo, (del que Argentina finalmente obtuvo la medalla plateada), se enteró que por cuestiones protocolares en relación al Covid-19 no podía estar -ni siquiera- en la Villa junto a sus compañeras. En Olé, la arquera suplente del seleccionado cuenta cómo fue su experiencia a distancia en Tokio, cómo se enfrentó a la adversidad, y por qué terminó hasta siendo admirada por sus pares.

    Aún se recrimina por haber tenido las expectativas tan altas… pero no era para menos. Porque lo que vivió la oriunda de Azul fue una montaña rusa de emociones, donde tuvo que aprender a lidiar con la frustración de no poder vivir al detalle la experiencia de un Juego Olímpico desde el mismo lugar que el resto de la delegación. Algo que nunca se imaginó que pasaría, que la obligó a levantarse de un duro golpe y, sobre todo, a reafirmar su esencia, determinada por el compromiso, la perseverancia y la fortaleza mental, más allá del indiscutible talento deportivo.

    ¿Cómo y cuándo te enteraste que no podías ingresar a la Villa?

    -Me avisaron en Sakai (donde hicieron la cuarentena Las Leonas en Japón), a días del comienzo de los Juegos. Fue un baldazo de agua fría, no me lo esperaba. Nadie sabía cómo decírmelo. La noche anterior a viajar a Tokio, la jefa de equipo me dijo que las posibilidades de que entrara a la Villa eran casi nulas, y que no sabían por qué. En el momento fue duro, nos miramos con Succi y no lo podíamos creer. Lugar para nosotros (con Emiliano Bosso, arquero suplente de Los Leones con el que compareció la misma situación) había en los departamentos pero era una cuestión de protocolos y burocracia del Comité Olímpico Internacional.

    No lo podías creer… ¿Les detallaron los motivos?

    -No nos sabían dar una explicación lógica. Nos decían que se iba a arreglar… Estaba Gerardo Werthein (presidente del COA) haciendo el intento pero finalmente no se pudo. Llegamos a Tokio y nos hicieron un cambio de acreditación: de atletas olímpicos pasamos a ser training partners. Mi partida anímica estaba bloqueada. Nos llevaron para un hotel en los alrededores (donde había dos jugadores de handball con nuestro mismo inconveniente), nos dieron plata para la comida y viáticos y nos pidieron que por favor no salgamos del edificio por un tema de contagios. Básicamente estuvimos en cuarentena en un hotel que no tenía nada, porque las zonas comunes estaban cerradas por la emergencia sanitaria: no había pileta, gimnasio ni comedor… teníamos que comer en las habitaciones y hacer burpees en el pasillo. Salir, solamente al super -que nos quedaba a dos cuadras- y volver a encerrarse. (Aunque luego, con el correr de la competencia, se flexibilizaron las medidas pero sin permitir el ingreso al complejo olímpico).

    Los cambios de reglamento a último momento

    El plantel estuvo conformado por 19 jugadoras, de las cuales tres viajaron como reserva olímpica: Sofía Maccari, María Emilia Forcherio y ella, Clara Barberi. A pocas semanas del inicio de los Juegos, el COI determinó que la lista finalmente sea de 18 atletas, pudiendo anotar a 16 por partido. Por lo que la arquera suplente fue la única que quedó relegada. Solamente podría ingresar en caso de lesión o enfermedad de alguna al siguiente partido (porque llegado el caso de que le sucediera algo a Succi, el Chapa se arriesgó a que solo por esa vez, sea reemplazada por jugadoras de campo como Vicky Granatto o Sofi Maccari, que habían practicado con los pads).

    ¿Cómo lo viviste?

    -Obviamente que hubo un «daño psicológico», pero por las expectativas de lo que era un Juego Olímpico… Soy una enferma de todos los deportes y era una de mis aspiraciones más grandes. Aunque sea entrar y compartir en una villa con los mejores atletas de cada disciplina. Algo súper positivo que le fuimos sacando a esta situación fue que podíamos ir al estadio a ver todos los partidos (risas). ¿Hubiera deseado que las cosas se dieran de una manera distinta? Seguro… pero hoy es anecdótico. Fue lo que me tocó y dentro de todo lo pude disfrutar. Pude acompañar al equipo en todo, entrar a la cancha a festejar, a los vestuarios… afiancé aún más la relación con algunas jugadoras y descubrí otra parte de las chicas, que se vio en la adversidad, por así decirlo.

    ¿De qué manera pudiste estar cerca y compartir con el equipo?

    Todas las charlas trataba de meterme por zoom, me agregaban y por lo menos podía escuchar y saber lo que iban a hacer y cómo íbamos a jugar.. El Chapa me daba un espacio ahí para preguntarme cómo estaba, el tema de la comida (porque teníamos que andar escaneando etiquetas para ver el contenido)… Tuvo gestos muy lindos conmigo en los momentos finales de partido. La jefa de equipo todos los días me hablaba para ver cómo estaba y me venía a abrazar siempre… Soy una persona que la parte grupal no le cuesta mucho. Recibía mensajes y llamadas de casi todas las chicas, hasta me traían muffins de la Villa…

    ¿Qué fue lo más difícil?

    Los primeros cinco días fueron los más duros, porque pasé del ideal que había creado con todas mis expectativas, a estar encerrada en un hotel… Pero si tal vez me hubiese tocado otro compañero y no Emi (que fue un apoyo fundamental), hubiese sido todo más difícil. Coincidió con que las chicas estaban desbordadas de emociones, muchas tenían su primera experiencia olímpica y estaban procesando su Juego, entonces tampoco podía pretender que alguna se pusiera en mi lugar. Incluso al final del torneo, varias se me acercaron pidiéndome disculpas de que no se habían podido poner en mi piel.

    Por lo menos llegaste a entrar a la Villa por unas horas…

    -El último día sí pude entrar a la Villa, cinco o seis horas, gracias al cambio de credencial definitivo. Conocí el comedor, tiramos las valijas y Succi me dijo vamos a recorrerla un poco… Por lo menos entré para la parte divertida, sin las corridas ni horarios de la competencia. Recuerdo que estaban todos los jugadores argentinos de básquet, entre ellos Campazzo, y nos venían a felicitar como unos pares. Eso es lo lindo de los Juegos Olímpicos y lo que me da lástima de no haber podido vivir… Son perlitas que por ahí uno no se lleva.

    ¿Cómo se hace para pelearle el puesto a Belén?

    -Imposible (risas). Es muy difícil competirle a quien hace 15 años defiende el arco de la Selección, no hay muchas cosas técnicas para corregirle… Hay días que no podes creer las cosas que hace. A mí todavía me falta un montón, pero sí tengo compromiso, sacrificio y responsabilidad. Creo que si vos tenes una persona al lado que no se rompe el alma y no te exige como primer arquero, es muy difícil sacar una buena versión tuya también. Tenía que sacar la mejor de ella y para eso sabía que tenía que estar al 100% y entrenarme el triple. Cuando yo más me esforzaba, más ella lo tenía que hacer. Que diga: ‘Si Clari está haciendo un intermitente más, es porque yo puedo’.

    Ese es un poco el rol del 2: sacar la mejor versión del 1, sin perderse uno mismo… porque al fin y al cabo te preparás para jugar. Sabía que mi tarea podía llegar a ser estar en este nuevo llamado (estuvo también en el proceso de Rio con Minadeo) porque entendí que no siempre ser el mejor en tu puesto es ser parte de algo. No fui con los aires de ser la primera, sino del eslabón de una cadena que necesita de ciertos lugares para funcionar. Y creo que lo pude llevar adelante y es -en definitiva- lo que me pone más contenta: el haber tenido esa capacidad y madurez en objetivos por fuera de una cancha.

    Succi escribió: «Yo pongo el cuerpo y vos la fortaleza mental» ¿Por qué?

    -Todos los días me llamaba. Lograba desahogarse y soltarse mucho conmigo y creo que a ese apoyo psicológico se refiere con esa frase. Es un puesto que te va a entender quien lo vive y con Belén se da la casualidad que pensamos muy parecido. El lugar que tiene ella en la Selección es por ahí el que yo tengo en Lomas (donde Clari juega desde hace 12 años y es una de las figuras del equipo). De ella destaco el compañerismo y la confianza. Siempre me trató como una igual. Pocos jugadores tienen esa humildad de haber estado tantos años y permitirme ser parte de algo tan importante. Ella sabía que si le pasaba algo y tenia que entrar yo, iba a rendir.

    ¿Y a qué se debe esa cualidad?

    -A la manera en la que me educaron. Todo lo que soy, refleja lo que son mis viejos (Carlos y Mabel). Nunca me presionaron en ser la mejor en nada y siempre me apoyaron en todo. Los valores que me transmitieron para poder manejarme en un equipo y en la sociedad misma. Y después aprendí de mis técnicos, compañeras. Recuerdo que también tuve referentes como Alejandra Gulla (histórica de Lomas y máxima goleadora de Las Leonas), que tuvo gestos que me marcaron y me guiaron.

    «Perdí a mi madre de cáncer hace un par de años. Creo que si estuviera viva, ya me hubiese hecho una estatua en Azul», dice con una sonrisa en la cara. «Me apoyaba mucho pero también sufría demasiado conmigo, era una apasionada. Hasta creo me hubiese ido a buscar a Japón», agregó quien tuvo apoyo familiar en todo momento (también por parte de su hermana más grande por un año y medio, Lucía), incluso cuando decidió irse a vivir a la capital y seguir su propio camino.

    «Me vine cuando terminé el colegio (a los 17) y ahí entré a Lomas. Cuando quedé desafectada del seleccionado (con Corradini) empecé a trabajar en una empresa de ingeniería eléctrica. Podía vivir tranquilamente con el sueldo que cobraba, me podía tomar vacaciones, pero otra vez me convocaron y tuve que relegar todo eso para pasar a cobrar las becas del seleccionado (de monto inferior) y era todo una apuesta. Entonces fue hacer un balance, levantar el teléfono y contarle a mi viejo mi situación y que me volviera a bancar, tanto en lo económico como en lo emocional. Me daba hasta vergüenza pedirlo. Era una decisión arriesgada, ¡con lo que cuesta hoy en día tener trabajo! pero son momentos y si no los aprovechas ahora… Yo me la jugué y me salió bien».

    Fue la única Leona que no recibió medalla

    «Fue duro», dijo quien ya se imaginaba una circunstancia similar a la de Tomás Santiago en Río 2016 (arquero suplente que tampoco recibió presea en Brasil). Por reglamento, al podio solamente pueden subirse las 16 de la final, aunque las dos que quedaron afuera con Clara (Maccari y Costa Biondi) luego sí recibieron su medalla por haber jugado durante el torneo. Por decisión del Chapa, Forcherio fue citada para el último partido y jugó unos instantes, lo que la habilitó para que también se quede con la suya. En esta última acción, Barberi destacó las palabras del DT: «Dijo que habíamos llegado hasta acá como un equipo y que éramos todos parte de él, y eso me gustó».

    «Fue difícil estar con las chicas sin tener una medalla pero hoy lo veo como algo más simbólico. Tenés que mirar para atrás y ver todo el proceso, no sólo cinco minutos de premiación… Sí, es muy lindo tener un recuerdo, pero como siempre me dijeron, las medallas se guardan en un cajón y lo que te queda son todas las otras cosas». Detalló, además, que cuando terminó la premiación las chicas le empezaron a preguntar por la presea y en el momento de sacarse una foto con Agostina Alonso, una de las jugadoras más destacadas del torneo, ésta se sacó el colgante y se lo pasó: «No no, tomá, es tuya, te la ganaste», le respondió la arquera. «Ni siquiera se llevan la medalla los entrenadores…. Supuestamente el COA te hace una réplica cuando llegas al país», cerró.

    ¿Qué balance haces de Tokio?

    -Me voy super contenta con la experiencia. No se si llego a París 2024 pero ojalá que sí, para también poder vivirlo desde otro lado. Me quedé con ganas de unos minutos en cancha, pero me llevo un montón de cosas positivas. Pero por sobre todo, creo que lo más importante es ser buena persona y entender que no todo es ser estrella o figura. Hoy te lo digo con 29, pero con 23 sí quería ser Belen Succi (risas). Si no están todos esos roles en el equipo, es muy difícil depender solamente del talento. Por todo lo que me pasó creo que el balance mío no es ahora, sino dentro de un tiempo, cuando pueda procesar todo lo que viví día a día, que no fue fácil.

    ¿Te quedás o te vas a jugar a Europa?

    -La decisión de no irme es pura y exclusivamente porque quiero estar acá en mi club. Ponerme la camiseta de Lomas todos los sábados me genera una adrenalina y presión muy linda. Sí me gustaría tener esa experiencia, no se cuándo ni lo puse nunca en la balanza porque mi prioridad siempre estuvo acá.