Homenaje a “Cuchi” Legizamón en el Cantoncillo de Santa Margarita

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    Este sábado 27 de febrero a las 20:30, en el Cantoncillo de Santa Margarita, se realizará un homenaje al músico Gustavo “Cuchi” Leguizamón, en el estarán como invitados especiales dos de sus hijos, que vendrán a nuestra ciudad a interpretar sus temas y contar anécdotas de vida de este gran músico argentino.

    Además, se realizará una radio abierta a cargo de Guillermo Villagra y músicos azuleños completarán la jornada con sus interpretaciones.

    Este homenaje se enmarca en el proyecto de restauración del Cantoncillo que se encuentra muy deteriorado.

    Por este motivo, el arquitecto Carlos Fortunato detalló que en el Centro de Investigación y Posgrado de la Facultad de Derecho se realizaron dos reuniones con un grupo de vecinos de la zona. “El pasado sábado hicimos pruebas con removedor para retirar los grafittis y no dañar más el espacio”, añadió.

    Por su parte, el director de Cultura Daniel Galizio agradeció el interés de los vecinos por recuperar este espacio tan valioso. “Esta gestión está abocada a la reestructuración de los espacios públicos; por eso, junto a los vecinos está trabajando el área de Turismo, el área de Puesta en Valor de Patrimonio, la Casa Ronco y la Dirección de Cultura, en este caso, aportando el espectáculo musical”, indicó.

     

    Sobre Cuchi Leguizamón

    Nació en la ciudad de Salta el 29 de septiembre de 1917. Cuando tenía 20 años le comunicó a su padre que iba a estudiar Derecho, quien en cambio prefería que fuera a París para perfeccionarse. El Cuchi no hizo caso y marchó a La Plata, donde en 1945 obtuvo el título de abogado.

    Cantó con el coro universitario, jugó rugby y después fue profesor de historia y filosofía, Diputado Provincial y ejerció durante treinta años la abogacía, hasta que decidió abandonar.

    Según sus palabras: “Estoy harto de vivir en la discordia humana. Me produce una gran satisfacción ver una vieja en el mercado tarareando una música mía. Una vez venía bastante enojado con todos estos inconvenientes que tiene la vida, y un changuito (muchachito) pasó en bicicleta, silbando la Zamba del pañuelo. Entonces lo paré y le pregunté qué es lo que silba: -No sé; me gusta y por eso lo silbo-, me contestó. Ya ves, ésa es la función social de la música”.

    En los años 1940, cuanto tenía algo más de 25 años, trenzó una amistad entrañable con el poeta Manuel J. Castilla, el hijo del jefe de la estación de Cerrillos, a quien en una de sus obras mayores le diría: «Padre, ya no hay nadie en la boletería». Al Cuchi, muchas veces con letra de Castilla, le debe la música argentina y universal, zambas, chacareras, carnavalitos, vidalas inolvidables en las que habitan el amor, la tragedia, la miseria, el sarcasmo, la ternura.

    Era un enamorado de la baguala («Toda gran zamba encierra una baguala dormida: la baguala es un centro musical geopolítico de mi obra») pero también de Johann Sebastian Bach, Gustav Mahler, Maurice Ravel, Igor Stravinsky, Arnold Schönberg y sobre todo de Beethoven, al que definió con sabiduría como «definitivo». Pero no se quedó ahí, también admiró a otro genio argentino, Enrique «El Mono» Villegas, y a brasileños como Chico Buarque, Milton Nascimento, Vinicius («Las corrientes de música popular americana más importantes están en Brasil») y el jazzista estadounidense Ellington.

    Se casó con Ema Palermo, teniendo cuatro hijos de ella: Juan Martín (1961), José María (1963) Delfín Galo (1965) y Luis Gonzalo (1967). Es autor de las zambas más famosas y que representan a la cultura musical de Salta; la música popular; además de haber compuesto obras populares es un compositor que ha contribuido con su talento y su expresión al acervo cultural salteño. Sus obras son características por su armonía y ritmo por su riqueza melódica, su temática musical.

    Escribió entre otras: «Zamba del Pañuelo», «Zamba del Mar», «Zamba del Panza Verde» con Jaime Dávalos, «Chacarera del Expediente», «Carnavalito del Duende», «Zamba Argamonte» con Manuel J. Castilla, «Zamba para la Viuda» con Miguel Ángel Pérez, «Bajo el azote del Sol» con (Nella Castro). Su musicalidad y asonancia fue única y componía algunas de sus obras a la medida de la interpretación del Dúo Salteño con quien mejor acuñó las disonancias que emergían como duendes traviesos de las melodías. Su simpatía y espontaneidad (ocurrencias) brotaban a borbotones en la cotidianeidad Salteña. Ganó numerosos premios por su labor artística: Premio SADAIC, Premio Fondo Nacionál de la Artes. Compuso una obra que Virtú Maragno la estrenara con la Orquesta Sinfónica de Santa Fe, es su «Preludio y Jadeo», compuso la música para la película «La Redada» – 1997 dirigida por Rolando Pardo) en la que además interpreta como actor a «Picaflor».