El próximo jueves 2 de junio, a las 20h, la Asociación Amigos del Museo López Claro y el profesor Alain Chedeville reinician el ciclo de proyecciones cinematográficas. El precio será de $25 para socios y estudiantes de francés y de $40 para no socios. Se proyectará entonces la película del realizador Abderrahmane Sissako, Timbuktu (2014), con un elenco que integran Ibrahim Ahmed, Salem Dendou y Cheik Emakni , une duración de 1h37 y subtítulos en castellano.
Una gacela huye, perseguida por los djihadistas en un jeep. Las balas destruyen máscaras africanas tradicionales. Desde estas primeras imágenes, Sissako (Bamako, 2006) nos habla en un lenguaje visual, simbólico y universal. Un tuareg que vive con su mujer y su hija en las dunas, cerca de Tombuktú, encarna la felicidad, la armonía, casi demasiado perfectamente. Pero a su alrededor las otras tiendas desaparecieron, huyendo del terror. La imagen de la felicidad es entonces la de una resistencia. Como la de ese grupo de amigos que cantan y tocan música. Tocar una guitarra es ponerse en contra de la ley islámica. Tararear una canción es un grito de independencia.
A los bárbaros obnubilados por minúsculos sacrilegios, el film opone una visión más amplia. Una interrogación sobre la humanidad y la violencia. En medio de una extensión de agua en el desierto, un hombre mata a otro y este crimen no tiene nada que ver con el Islam. En este decorado casi bíblico, se trata de un odio y de un asesinato a lo Caín y Abel que han surgido, viejos como el mundo.
Todas las tiranías han sido combatidas y la de los fanáticos islamistas no triunfará, afirma Sissako, quien admite sólo su poder de arrojarnos en un mundo caótico: lo describe con un tono de fábula por medio de la historia de una vaca perdida llamada GPS… Para no desorientarnos quedan la inteligencia, el espíritu, el humor, el refinamiento, la belleza. Todas las cualidades de Timbuktú.